Comentario
Este llamado también Segundo Estilo de la pintura mural pompeyana deriva de las incrustaciones, las pilastras o columnas, las molduras y los ocasionales cuadritos del Primero. Aun conservando los elementos fundamentales de su estructura arquitectónica -el podio, las columnas, el entablamento- la pared acaba por aligerarse e incluso abrirse al exterior. Mucho hay aquí de helenístico, pero de un helenismo romano y campano sin equivalencias en Grecia ni en Oriente. Los aristócratas y los financieros romanos acogen en los murales de sus casas y de sus villas campestres a lo mismo que en la arquitectura más pretenciosa se estaba haciendo (Palestrina, Tívoli, etcétera): patios rodeados de pórticos, con templos redondos, altares, cipos, trípodes. Tal vez los creadores del estilo, tan encomiado por Vitruvio en su manual de arquitectura, se inspirasen en los proyectos y dibujos en perspectiva de los grandes arquitectos y escenógrafos. Sólo así se explica que en vistas de ciudades y paisajes no haya persona que los anime, algo inconcebible en aquella Grecia para la que el hombre era la medida de todo. Entre los temas de la decoración mural sancionados como de buen gusto por Vitruvio (7, 5, 2 y 5, 8, 1) se citan los "scaenarum frontes, trágico more seu cómico seu satyrico" (decorados de escenario, al modo trágico, cómico o satírico).
En la recién descubierta Villa de Oplontis, en Torre Anunziata, se ve, en uno de los escenarios de tragedia, una máscara trágica sobre una consola, al lado de un pavo real, en una perspectiva de columnas, arcos, cornisas, todos ellos elementos y distintivos de los palacios reales, regalía como dice Vitruvio.
Los de la comedia, explica el tratadista romano, eran casas de vecindad, con ventanas y balcones; los del drama satírico, paisajes campestres, con arboledas, grutas, fuentes y arroyos. Magníficas muestras de los tres tipos de escenario los proporcionó una sala de la Villa de Boscoreales, hoy en el Metropolitan Museum de Nueva York. En los balcones de las casas del escenario cómico se ven ánforas rotas utilizadas como macetas de plantas. Son los célebres jardinillos de Adonis, señal de que la comedia era una de aquellas que se anunciaban como Adoniazusai (los tales jardinillos motivaron en la Sevilla del siglo III el altercado callejero con que comenzó el martirio de las santas Justa y Rufina, patronas de la ciudad andaluza).
También de la Villa de Boscoreale procede el magnífico ejemplo de megalografía que conserva el Museo de Nápoles, género propio de los santuarios y de los palacios reales helenísticos y que ofrece composiciones de grandes frisos de figuras de tamaño natural, o incluso mayor a veces. Las aquí representadas son un príncipe provisto de la sarisa macedónica y del escudo de plata de los Argyráspidas, una hermosa mujer que lo mira fijamente, y un filósofo, todos ellos enmarcados entre los elementos, columnas y frisos del Estilo Arquitectónico. Si el príncipe representado es Pirro del Epiro, el original de esta pintura podría haberse encontrado en su palacio.
En el caso de otra megalografía de mediados del siglo I, la Sala de la Iniciación, de la Villa de los Misterios, de Pompeya, podríamos hallarnos ante las copias combinadas de dos originales áticos distintos: una iniciación en que los participantes iban coronados de olivo, y otra en que lo estaban de hiedra; ésta sería la dionisíaca, la que tenía como centro las nupcias de Diónysos y Ariadna. La calidad de la pintura es extraordinaria, pese a algunas incongruencias y fallos, naturales en una copia. Sus colores mezclados con cera sobre enlucido seco parecen recién aplicados. Este procedimiento (encáustica) muy común en Pompeya permite que la pintura se conserve inalterable incluso en el agua.